lunes, 11 de mayo de 2015

“PIENSO, LUEGO EXISTO”





Platón, Aristóteles y el Racionalismo


Platón considera que para conocer, el hombre debe esforzarse y ascender del mundo sensible al mundo de las ideas, pues es aquí donde se produce el conocimiento. Establece que hay dos tipos de realidades: la sensible y la inteligible. La primera está formada por todos los objetos físicos que contemplamos en el universo. La inteligible lo está por las ideas: la idea de triángulo, la de número, la de justicia...Las ideas son inmateriales, inmutables, objetivas y eternas. Los objetos del mundo físico son como copias de estas ideas y gracias a estas ideas el hombre puede conocer.

Para Aristóteles solo existe una realidad: el mundo tal y como lo conocemos, y divide el conocimiento en dos partes: un conocimiento sensible procedente de los sentidos y otro intelectual derivado de la actividad del entendimiento. Este segundo no puedo darse si antes nuestros sentidos no nos han aportado datos de alguna experiencia. Estos dos filósofos griegos enseñaron al mundo a pensar, a razonar. Los expertos en filosofía sostienen que todos los filósofos son o platónicos o aristotélicos.

El racionalismo consideró a la razón como la base para legitimar el conocimiento. Sus máximos representantes fueron Descartes, Spinoza y el filósofo y gran matemático Leibniz. Todos coinciden en que hay que desconfiar del conocimiento que nos llega de los sentidos, porque nos engañan. Gracias a la razón podemos adquirir el conocimiento y llegar así a la verdad. Descartes elige la duda como método fundamental de su filosofía, que nos ayuda a alcanzar la verdad, y que consiste en no admitir como adecuadas aquellas creencias de la cuales pueda plantearse algún dilema. Descartes sostiene que para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas.

"Pienso, luego existo". ¿Cómo llegó Descartes  a esta conclusión? Con la duda metódica. Comienza dudando de la existencia de todo lo que le rodea: el mundo, su cuerpo, las matemáticas, etc. Desde luego, las verdades de la matematica parecen segurísimas. Pero, ¿de donde me viene esa certeza? ¿Y si existe un demonio burlón que me hace creer en la matemática porque le divierte engañarme? De manera que todo es dudoso. Descartes siente un gran alivio al darse cuenta de que al menos hay algo seguro: la duda misma. Es segurisimo que estoy dudando de todo, y si dudo es porque estoy pensando. Y si pienso, eso demuestra que existo; y existo como ser pensante.



No hay comentarios:

Publicar un comentario