lunes, 23 de enero de 2012

LA ILUSIÓN DE UN TIRANO





Cree ser el único y predestinado, capaz de  llevar solo las riendas del país. Su ego no le permite reconocer a nadie más talento para gobernar. Su proyecto político no admite variante o no deja espacio para otro; pero es maleable y cambia sin explicaciones de acuerdo a las necesidades del momento. Lo importante es la meta que no el camino. Revisemos a lo largo de años las promesas de las continuas campañas electorales. En tomo a él distinguimos a sus admiradores, o simplemente a los que, sin fuerza propia suficiente, se cuelgan de sus botas  para prosperar, a los que creen que lo manipulan, que tocan los instrumentos de esta orquesta más ruidosa que sinfónica. No tolera a su lado por mucho tiempo a la gen te de talento propio. En sus actuaciones se muestra como un buen histrión  pero sobre todo como fiel discípulo de su líder.

Cree ser el único y predestinado, capaz de resolver solo  hasta  los problemas más mínimos rompiendo  la necesaria jerarquía que les da funcionalidad y autoridad a los organismos del Estado.

Cree ser único y predestinado, pero la vida nos recuerda que solo somos humanos, pero el  “Líder Único “es incapaz de verse como hombre, es un dios inmortal ajeno a lo terrenal.

Es el “Líder Único “, pero no el único,  la historia nos ha enseñado que  ha habido otros, de  diferentes o similares ideologías, pensamientos y acciones pero inexorablemente todos con el mismo final.

El pueblo vive feliz en la ilusión del engaño, pero la ilusión no es fácil de mantener. El pueblo despierta cada cierto tiempo y ve la realidad.





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