martes, 23 de agosto de 2011

EL CIENTÍFICO

“Sólo el practicante puede entender el entrenamiento y el ejercicio, la disciplina y el método, la estrategia y la imaginación demandada para la suprema ejecución de su actividad.”

Stephen Toulmin.






“El verdadero hombre de ciencia, afirmó Bernardo Houssay, es el que se dedica a ella en forma exclusiva y preponderante, para investigar verdades nuevas y no el simple erudito que repite o transmite lo ya conocido, ya que la ciencia vive y progresa por la investigación”.
Los edificios nuevos, los equipos lustrosos, las cuentas bancarias llenas, los discursos retóricos y preciosistas, la buena voluntad, el despiste de los profesionales, y la extrema ignorancia empoderada, todos juntos no hacen ciencia. Sin hombres y mujeres de ideas, y de acción, nada de lo mencionado servirá para hacer funcionar un equipo, un laboratorio, o crear un proyecto.
Cuando en un lugar la investigación es casi inexistente no se la entiende, y si por allí hay algún investigador tratando de realizarla se le ve como algo raro, un fenómeno al que hay que eludir en lugar de imitar. En esos lugares no existe un clima favorable que propicie el desarrollo de la ciencia. Para que eso suceda se necesita que, poco a poco, se vaya creando un ambiente propicio, y esto se logra atrayendo más investigadores y fomentando una cultura científica a través de actividades dirigidas.
El investigador no se improvisa y no basta querer serlo, aseveró Houssay. Debe reunir algunas cualidades intelectuales y morales que le permitan llegar a ser tal, a saber: “vocación, entusiasmo, desinterés, generosidad, laboriosidad, tenacidad, imaginación, espíritu crítico, orden y método rigurosos, conocimientos previos sólidos, capacidad de síntesis y análisis, afecto a sus discípulos, capacidad de cooperar”.
Vale señalar que, en la actualidad, muchas personas que se dedican a la investigación científica tienen tanta vocación para la ciencia como un antiguo telegrafista la tenía para la transmisión de mensajes, y hacen su tarea como cualquier trabajo, uno manejando códigos genéticos y otro claves Morse.
Hay muchas maneras de promover la formación de investigadores donde no existen, una de esas consiste en: (1) impulsar la capacitación de nivel postgrado en aquellas personas insertas en un medio académico universitario y luego enrolarlos en proyectos, y (2) reclutar jóvenes estudiantes destacados e interesados para que inicien el ciclo de preparación de un científico vocacional.
Los estudios de postgrado no son garantía, para quien los cursa y termina, de que con ellos habrá logrado convertirse en investigador; para que eso suceda tendrá que demostrarlo. ¿Y como lo hará? Investigando. A investigar se aprende investigando, a veces bajo la guía de un asesor, otras como aprendiz de un científico, rara vez solo. 
Victoriano Garza Almanza



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