jueves, 21 de julio de 2011

ARPÍAS




Los griegos nunca se pusieron de acuerdo en cómo representarlas. A veces aparecen con busto, brazos y cabeza de mujer, pero cubiertas de plumas; en otras versiones son simplemente pájaros con cabeza de mujer.
Eran hijas de la ninfa Electra y de Taumas (Thaumas, "milagro"). Tenían su residencia en las islas Estrofiadas (o Estrófades), después de haber sido arrojadas de las Boréadas.
Aelo ("vuelo tempestuoso", a veces llamada Nicótoe), Ocípete ("viento veloz") y Celeno ("la oscura", agregada luego por los romanos, y considerada como la más cruel de las tres) eran la forma imaginada de las fuerzas incognoscibles de la naturaleza, particularmente de los vientos, quienes suelen erosionar con voracidad el territorio griego. En cuanto a su número, los autores tampoco logran ponerse de acuerdo, para Hesíodo hay sólo dos Arpías, aunque otros aseguran que son tres, ocho, nueve, o doce. Nosotros hablaremos de las tres más conocidas, aunque nos apresuramos a aclarar que nuestra favorita no aparece en este tridente, por lo que nos tomaremos la libertad de decir unas palabras sobre ella.
Homero cita en un pasaje de la Ilíada (ahora no recuerdo cuál, pero sospecho que es en el libro VI) a una Arpía llamada Podarge, quien tras tener comercio amoroso con el viento Céfiro, da a luz a Janto y Balio, los caballos de Aquiles. Creo que esa es su única intervención en el ciclo troyano, pero siempre guardé su nombre en el corazón ya que es el primer nombre griego que logré traducir (o intuír), gracias a su similitud con el nombre de otro personaje, esta vez de la saga del Anillo de Tolkien: Podarge significa "Pies ligeros", al igual que el caballo de Theoden, rey de la Marca.
Hesíodo, siempre agudo en cuestiones descriptivas, vocifera que las Arpías eran figuras aladas, de largas y onduladas cabelleras, más rápidas que cualquier ave conocida, incluso más veloces que el viento. Para Virgilio, más poeta que mitólogo, las Arpías son aves con cabeza de mujer, de garras encorvadas y con un vientre que exhalaba vapores inmundos. Vivían demacradas por un hambre feroz que jamás lograban satisfacer. Pestilentes y feroces, todo lo devoraban, emitiendo chillidos espantosos, espejos de una voracidad que no puede saciarse.
La palabra Arpías (Harpyas) es griega, y significa algo así como "las que raptan, las que arrebatan", aunque si hubiese que traducirlas en una sola palabra, creo que la ideal sería "Ladronas". En un comienzo tenían una tarea bastante noble: arrebatar a los demonios las almas de quienes iban al infierno. Pero luego todo cambió, aunque esto no debe sorprendernos, ya que los designios de Zeus siempre fueron insondables.
Como tarea divina se dedicaban a amargar la vida de cierto rey Tracio, quien podía profetizar el futuro a los mortales, razón por la cuál, los dioses lo privaron de la vista; permitiendo que las Arpías le arrebatasen la comida, dejando en su lugar sus pútridos excrementos; y así el pobre Fineo andaba siempre famélico, sin voz ni voluntad para dar oráculos. Afortunadamente, cierto día llegaron Jasón y sus argonautas, quienes valiéndose de la astucia consiguieron ahuyentarlas. 
Hay un episodio en la Eneida, donde Eneas y los demás sobrevivientes troyanos se encuentran con las Arpías en las islas Estrófades. El encuentro es a la vez brutal y cómico: las Arpías les arrebatan a los troyanos la comida, y mientras huyen, Celeno gira en el aire y los maldice, diciendo que los troyanos estarían tan hambrientos que terminarían comiéndose las mesas antes de que el sol se ponga. Los exiliados de Ilión huyen, atemorizados y sensatos.



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